Bien hecho, por lamparosa: el robo que me hizo guayaca

 


2006. Tengo exactamente 40 minutos para llegar al cole. El glorioso Ati II Pillahuaso está ubicado en la bulliciosa esquina de José de Antepara y Clemente Ballén, en pleno centro de Guayaquil.

A solo una cuadra queda el temido y nada popular Parque Victoria. Aunque maquillado con la regeneración urbana, sigue siendo el equivalente a un centro histórico de Quito si decides caminar por ahí: peligroso y lleno de arranchadores.

Como pelada de Durán, agarro mi 17, Eloy Alfaro, José de Antepara, largo. Es el tiempo soñado en que los buses de Durán todavía avanzan al centro de Guayaquil, antes de que Luis Lalama se crea Cristóbal Colón y empiece a definir nuevas fronteras para los guayacos que dormimos en otro cantón.

Tiempo también en que los buseteros no estaban extorsionados por grupos delictivos y solo debían pasarle un billete a los buitres (agentes de tránsito, en lenguaje cívico) de vez en cuando.

Y ahí estoy yo, una pelada no tan bonita como la de esta ilustración, pero llena de sueños en la vida. Amaba el teatro y era tan amiguera que me hicieron Mejor Amiga del Curso, con diploma y todo.

Acabo de estrenar un Nokia 3590. Mi madre no ha muerto de cáncer aún. Está en España, siendo migrante, y me ha regalado el aparato para hablar más seguido.

En años posteriores le llamarían raspa hielo, pero hoy, 2006, es la sensación del bloque tener celular con mensajes ilimitados. Es tan bacán que hasta creo mis propios tonos. Una belleza ser hija de migrante.

Me bajo de la buseta, pie derecho. Como debe ser. Me quedo en pleno parque para bajar la cuadra, como siempre. Camino con audífonos de un cablesote conectado al celular, que toco por última vez en la vida para poner en pausa.

Empujón. Caramba. Qué fichota. Mide 1,70 m. Tiene cara de malandro y no lleva camiseta. Se me lleva el cell con todo y audífonos.

Mi cell. Mi Nokia 3590 de tonos recién creados.
Corro un chance detrás del man, pero la verdad, Educación Física nunca ha sido lo mío. Lo dejo ir. Indignada.

"Bien hecho, por lamparosa", me dirían en el cole.
En Guayaquil, uno aprende a ser guayaco a la fuerza. Es como formar el carácter a golpes. Nunca más caí de forma tan gil.

Y ya han pasado 23 años de eso.
BIMP

Pueden leer más de estas cosas en mi blog:
https://mishistoriasurbanas.blogspot.com/

Comentarios

  1. Hermoso recordar momentos de toda índole porque todo deja una lección. TQM.

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  2. Jajajaja Solo diré, nunca se dice nunca... 10 años después sacarias el Master con un secuestro express. Guayaquil, siendo ,Guayaquil

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