Manta de Verde gratis y playa brava
Los despidos intempestivos asustan, pero sirven para buscar un respiro. Así fue como llegué a Manta el pasado fin de semana. Agobiada por la noticia todavía, pero con ganas de percibir la sal del mar. Me acompañó un paisaje lleno de nubes.
Si viajan en cooperativa desde Guayaquil deben ir al terminal y comprar el pasaje en La Reina del Camino, que ofrece buses con aire acondicionado y de asientos espaciosos, oportunos para un viaje de tres horas y media relajado y acogedor. En este invierno abunda el verde en la carretera, así que es un deleite hacer las veces de florero para 'tripear' el exterior, por lo que les aconsejo la ventana.
El gris climático protagonizó mi estadía, pero al contrario de lo que puedan imaginarse fue un ambiente oportuno para el paseo, lejos de lo convencional a lo que se está acostumbrado en temporada playera. Comí camotillo, un pescado que peca de delicioso y que ustedes pueden encontrar en el sector conocido como Playita Mía. Llegó difunto y frito hasta la mesa, con una porción de patacones aparte, y es que, como en Esmeraldas, el verde no puede faltar en Manta.
La playa El Murciélago, la principal de esta ciudad, es extensa, agradable. Pueden encontrar en ella los tradicionales servicios de la banana y paseos en lancha que se extienden hasta por 20 minutos. Para escribirles sobre el tipo de olas que posee me vería obligada a valerme de exageraciones, pues el fin de semana en que estuve había oleaje y me fue imposible probar el mar.
Sin embargo, ni la bandera roja pudo arruinar mi paseo, pues en Manta la playa no es el único atractivo. Cuenta con dos museos que recogen la historia del balneario, que están bien para ver, pero estarían mucho mejor si los guías hicieran su trabajo con buena cara, pues cada vez que entra un turista lo reciben con un desdén similar al que ustedes aplican para atender a los Testigos de Jehová en sus casas.
Si la instrucción cultural no les llama la atención, pueden darse una vuelta por los locales que quedan frente a la Capitanía del Puerto de Manta. Unos batidos positivos les arreglarían el viaje si no hay sol, al igual que un chuzo mixto con verde asado gratis, un plus para los vendedores de comida de esta zona donde el plátano es un regalo.
Cuando cae la noche en Manta lo mejor que pueden hacer es irse a pegar un vueltazo por la Zona Rosa, hay bares para todos los gustos y un par de restaurantes que lucen acogedores. Y si la farra no es su trip en ese momento. Fácil. Vayan por un capucciono frío, que también encuentran esa opción en ese sector.
Ya de regreso, y para los guayacos, no dejen de comprar queso manaba en Jipijapa, es delicioso. =D
Nos veremos pronto por aquí con otra crónica. La próxima parada es Caluma. Gracias por leerme.
Les dejo un video con el que un viaje sabe mejor. De mi querido Ricardo Pita, talento guayaquileño de barba y corazón grande:
Lo quiero difundir, lo voy a difundir. =)
ResponderEliminarBlankimonki, tripeando al Ecuador...
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