#UnapiernaparaTito, el mejor hincha del mundo



Es el hincha más ferviente que alguien pudo tener en frente alguna vez.
Lo conocí la noche en que Ecuador salió a las calles a celebrar la Estrella 15 de Barcelona.
Se llama Héctor Humberto Pin, pero sus amigos lo conocen como Tito.
Algunos de ustedes, que me tienen como contacto en redes sociales, ya pudieron verlo ese día, cuando grabé cómo saltaba en la Víctor Emilio con muleta en mano.


Tito perdió la pierna en febrero del 2016. El domingo 21, un día después de haber llegado a Calceta desde Guayaquil a visitar a su abuelo enfermo. 
Ese día jugaba Barcelona. Lo recuerda bien. Acababa de ver el partido y fue con una prima a dar una vuelta en la moto que compró con su trabajo.
Ya en la carretera, sin saber que conducía por última vez, vio que un auto viejo venía de retro.
Intentó esquivarlo con una maniobra casi circense. Fue imposible.



Estaba lúcido. Recuerda con claridad el momento en que su cuerpo cayó el concreto.
La pierna se mutiló con el impacto.
El chofer del auto huyó, su prima sufrió heridas menores y -aunque unos primos la recuperaron después- alguien se robó la moto.
Todo, en segundos.
El corte fue debajo de la rodilla, pero en el hospital de Portoviejo -el único que lo pudo antender después de ir al de Calceta y al de Chone- le explicaron que para facilitar la utilización de una prótesis en el futuro necesitaban amputar la pierna hasta la parte baja del muslo.
En un instante, Tito perdió la vida que llevaba hasta ese momento.
Quedó postrado por dos meses y al volver a Guayaquil, con la intención de reincorporarse a la empresa de pintura donde laboraba de despachador, lo despidieron.
Un accidente de ese tipo, con esas consecuencias, puede desmoralizar a cualquiera. Por menos, gente muere a voluntad a diario, pero Tito no es cualquiera.

Victoria y Tito, antes del accidente en Calceta.
Él tiene una razón para sonreír, Victoria, su nena, una niña hermosa de 2 años a la que cuida mientras su esposa trabaja.
Es su motor. "La vida es así, pero hay que seguir", dice reflexivo en una mirada retroespectiva a este último año, en que, sin éxito, ha esperado con ansias la prótesis que tramitó el Ministerio del Trabajo, con la que aspira a hacer su vida más llevadera.


La pasión por el equipo de sus amores lo acompaña desde que nació y su limitación física no impide que esté en pie de guerra en cada campeonato, en cada celebración.
Vive con su esposa, su hija, su madre y un hermano. Tres años antes del accidente, perdió a su padre, una muerte irreparable de la que prefiere no hablar durante la entrevista.
Tito espera su prótesis aún. Compartir este post en tus redes lo ayudaría muchísimo.
¿Podrías soportar una experiencia de este tipo? ¿Cómo crees que reaccionarías?
Tu comentario es importante.


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