El Lobo que no le aullaba a la Luna



Estás allí, siendo un alfa.
Brillas por ti.
Caminas tus propias tierras aradas.
Sonríes.

Quizás es verdad que no necesitas a nadie para ser feliz.
Quizás entendiste bien el poder del pensamiento.
La luna te mira orgullosa y te acompaña en silencio, 
feliz también.

La luna no aspira a que le cantes aullidos de amor.
Ha dejado de lado el deseo de saberse en tus ojos.
Está satisfecha por el Lobo en que te convertiste.
Te cuida.

La Luna sabe, sin embargo, que a su lado te ves más guapo.
Y en el fondo, tú también lo sabes.

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