Manifiesto de un viaje inconcluso



El día en que me dijiste 'Te amo' 
ya no importaba.

Tus miedos mudos,
mi espera ciega,
los porqués de tus silencios
y la injusticia como yunque sobre mis anhelos
crearon un enorme vacío en mi alma.
La tuya ya estaba hueca.

Ciego. Ciego y tonto.
Mil veces, con mil formas y mil palabras,
expuse a gritos lo que para mí eres.
No lo viste.

Necio. Necio y terco.
Te habló mi alma desde los poros, 
por mil noches.
La ignoraste.

Abandoné la esperanza de saberme correspondida,
me eché a tus brazos fríos, pese a todo.

Hice un aula para que aprendas a vivir mejor,
ignoré tus defectos,
potencié tus virtudes,
fui la obrera de tus nuevas formas de existir.
No pedí nada.

Eso es amor.
Dar sin dudas.

¿Qué hizo falta para que puedas verme?
He pagado mis deudas a la vida 
y solo pretendía compartirla.
Pero tu muro me golpeó en el rostro
y chocó el tren al que hace poco me subiste.

No confío en ti del todo, golpeaste.

Te dejo las maletas en el vagón deshecho 
y este manifiesto con mis lágrimas.
Suerte.


"Todos hemos sido pasajeros de un tren de no va a ningún lado".


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