El pezón huérfano

Mi pezón derecho no se ha anterado aún de nada. Lleva como sombrero una marca de tus labios de la última vez que hicimos el amor y cree que pronto volverás a metértelo a la boca. Pobrecito.
No sé cómo decirle que otra vez te he echado.
Él entenderá menos que yo esta decisión pendeja, porque lo único en que piensa últimamente es en volver a sentir la humedad de tu lengua en su contorno. Te extraña.
La marca aquella, que hace días parecía una rosa, se pinta de cadáver en tanto pasan los días y el pezón, preocupado, me ha preguntado esta noche al bañarme qué ha sido de tus manos. Guardé silencio.
Había escuchado que las separaciones afectan a los hijos. Y ahora mírame, intentando consolar a una parte de mi teta.

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