Gregorio



Le gusta escuchar música cristiana cuando conduce. Son las siete. La última carrera que hizo solo le representó dos dólares y medio, pero ha dado por terminado el día laboral.
Estaciona. El día estuvo oscuro para el bolsillo. Suspira y cuenta las monedas ganadas. Las carreras en el taxi no son las mismas desde que llegó este virus.
Su hija de ocho años lo espera con un beso. Algo la inquieta. Mira en la parte posterior del auto. “Un celular, papá. Un celular. Está sonando”.
Recuerda la carrera. Esa mujer que bajó cerca de su lugar habitual de estación. Tenía una mochila morada y apenas lo miró al bajar. El móvil suena de nuevo.
Mira la pantalla encendida. Es un modelo 2019. Recuerda la crisis, lo difícil de los tiempos. Traga saliva y contesta. “Hola”.
La mujer del otro lado está ansiosa y feliz. Los separa una distancia de media hora. Sabe que gastará combustible de nuevo sin tener certeza de qué encontrar del otro lado.
Aun así, agarra las llaves, deja a la niña adentro de nuevo y emprende el viaje hasta la casa de la usuaria. Llega a tiempo. Pita. Mira de nuevo el celular. La mujer se asoma al cerramiento delantero, abre la puerta. Está emocionada.
“No tiene idea de lo que  significa este gesto para mí. En serio muchas gracias. Se lo digo de corazón. Y sé que esto es poco, pero representa la carrera hasta aquí, la de regreso a su casa y algo más. Es todo lo que tengo ahora. Le daría más si pudiera”.
Estira el dinero. Gregorio lo mira y empieza a llorar. Servirá para cosas urgentes, cae preciso en medio de esta crisis.
Al fondo, una de esas canciones cristianas con las que le gusta conducir pinta el momento de colores. La mujer llora también.
Dos horas más tarde. Su historia llegó a miles de ecuatorianos a través del mismo celular. Gregorio sabe hoy que no solo devolvió un móvil, sino también la esperanza de que la gente buena aún existe a todo un país.

Puede hacerte una carrera :) Llámalo: 0982558490

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