Mi otra vida y por qué casarse es un error hermoso


Hasta los 34 años, tres meses y dos semanas, fui dueña de mi vida, mi tiempo, mi espacio personal, mis agendas en días de vagancia, mi círculo social. Luego me casé.

Como había tenido tres novios en convivencia antes de ese paso, no creí que el matrimonio cambiaría de forma notable la vida que tuve hasta el 30 de septiembre de 2022. Es más, ni siquiera un instante imaginé que el firmar aquel contrato se torne en otra vida dimensionalmente diferente. Vaya error. Hermoso error.

Así que si estás pensando en casarte, es importantísimo que sigas leyendo, y si ya estás casado, casada o casa(olvídalo, odio el lenguaje inclusivo, pero buen intento), quédate a ratificar conmigo la lista de hechos que te arrinconan.

Peeeeero, si, en cambio, siguen soltero, sal de acá. Mentira, quédate y aprende que casarse no es bueno cuando eres un signo de aire o fuego (me llaman la loca del horóscopo. Pasé de escribirlo en varios diarios a estudiarlo en varios website y libros especializados. Y ahora también leo el tarot, pero eso es otra historia), pero casarse sí es bueno cuando encuentras a alguien como Donald (Luego te cuento de él).

Volvamos a mi otra vida. Esa que empezó hace casi ocho meses, en el Registro Civil de 9 de Octubre, a dos cuadras del malecón.


Esperen, la otra vida

Pero para hablar de esa nueva vida, la otra, la de casada, es necesario repasar la vida anterior por cotexto. Si me sigues hace mucho sabes que soy periodista (de las buenas, no de las que roban marido y se ponen un medio con él, jaja) y -como dice mi amigo Charly- el contexto es importante.

Yo era de esas manes a cuyos departamentos la gente sabía que podía caer para chupar (beber alcohol), reírse, conversar o simplemente hacer nada. 

No soy una man de muchos panas, tengo una jaba, digamos, todos panísimas, ñaños bellos, gente que sé que si estoy en apuros puedo llamar a las cuatro de la mañana sin paro y me van a atender. Allí entra Aarón, el maricón se larga a la Yoni dentro de poco y ya lo lloré.

Bien, al punto. Yo era la man que organizaba qué se hace el sábado o el viernes, la que compraba vino los jueves y tomaba escuchando Trova, Cancerbero, Vico C, Estopa, Arjona (y qué ch), 'Magia rosa'... Una hedonista no promiscua, porque cuando yo amo, amo, y máximo te puedo poner los cachos con una man que no vive aquí, jeje, perdón.

Tengo que admitir que mi vida era el éxito. Me convertí en una reconocida periodista por investigaciones en las que le metí el dedo hasta el fondo a una alcaldesa corrupta. Bien por el periodismo. 

Tengo que admitir que salía muchísimo y a cada rato, que bebía muchísimo y a cada rato y que fumaba como una maldita loca mientras lidiaba con los problemas de todos sobre mis hombros.

Y en todos entran todos los que puedo entender como mi gente, a quienes no nombraré porque uno no debe andar por la vida diciendo lo que hace por los demás. Daba, daba, daba tanto. Y jamás pedí nada a cambio. Ni amor. Y cuando lo pedí me mandaron a la verga. Perdón lo soez. Uno se cabrea recordando huevadas. (Te extrañaba, blog).

Entonces mi vida era feliz y sacrificada al mismo tiempo, pero feliz más que lo segundo. Una man completa, como quien dice. O al menos eso era lo que creía.



9 de Octubre y José de Antepara, 12 de junio de 2022.

Acepté ver por primera vez al man que se iba a convertir en mi esposo. Estaba con su bici, hippioso el infeliz, sonrisota, lentes, porque ciego. Dos minutos más lo besé, dos días después me invitó a un viaje en el que iba a hacer fotos por trabajo, y ya para el 2 de julio el man estaba viviendo conmigo.

Es una locura, amigos. El 5 me pidió ser su novia y una semana después nos comprometimos. 

"Demasiado rápido, Blankimonki, qué cagada". Sí, así dijeron mi mejor amiga Daniela y algunos otros incautos, como mi padre, que todavía hoy llora mi boda.

Pero fue una huevada abrumadora, un torbellino de emociones, un desborde de realidad no esperada. Donald es una cosa que no sabías que estabas esperando.


Nueve de Octubre. Registro Civil. 30 de septiembre de 2022, 13:00. 

Volvamos a mi otra vida. Esa que empezó hace casi ocho meses, en el Registro Civil de 9 de Octubre, a dos cuadras del malecón.

En mi boda lloró todo el mundo. Solo fue la familia. Entré de blanco hueso, perrota. Un almuerzo, un brindis y una torta. Ni siquiera sabíamos por qué queríamos casarnos. O quizás sí. Ambos habíamos tenido rupturas terribles y ambos habíamos hallado en el otro esa cosa que uno halla cuando sabe que algo bonito está por ocurrir.

Con lo que no contaba yo es con que el matrimonio no es 'the same' que la soltería (aunque en esa soltería hayas estado acompañada).

Donald sí lo entiende. Y allá voy.

Mi vida ha dado un vuelco de 180 grados. Soy otra. Somos. Ahora somos otros. Plural ante todo.



El matrimonio

Ahora soy de esas manes a cuyos departamentos la gente cae solo cuando es invitada, y rara vez invitamos a alguien a casa. Salvo a Aarón, y a veces Génesis, y a veces algunos miembros de mi familia. Pero siempre siempre, rara vez.

Hemos aprendido a disfrutarnos. Volví a leer, voy tres libros ya este año. Eso es genial. Volví a practicar inglés y me ha entrado mucha curiosidad por cómo se construyen los documentales, así que también les doy tiempo. Además, volveremos a pedalerar (algo que hacíamos de solteros, ahora que acabaron las lluvias). 

Desde que mi madre estaba por morir dejé el cigarrillo. Y bebo solo para reuniones, sin embriagarme la mayoría de las veces. Eso trajo consigo que no añore la jarana. Qué rico estar sin chuchaqui.

Dejé de ser dueña de mi agenda, pero el ordenado Donald sabe cuándo hay que lavar y cuándo hay que echar la basura. Ambos limpiamos para no ahogarnos en suciedad y cada 15 viene Amalia, mi madrastra, a darme una mano.

¿Pero y los panas? A la mayoría los conservo por chat. Es muy sano. A otros pocos los veo de forma eventual y hemos hecho nuevos y maravillosos amigos en nuestro proyecto/empresa/emprendimiento de periodismo de investigación digital: @ladefensa.ec

Ya los sábados no saben a fiesta, pero saben a hogar. A veces también saben a hippismo, porque se nos para la nalga y nos largamos de viaje, y dejamos a los bebes con mi padre (Luna, a quién Donald le dio el apellido, y Arutam, a quien adoptamos apenas empezada nuestra relación. Gato y perra para el mundo, hijos para nosotros, que no pensamos en embarazarnos hasta que podamos estar en París, de Eurotrip).

Soy estoica hoy. No me dejo arrastrar por los placeres, porque tengo a un equipo que depende de mí y a un esposo que me ha enseñado a mirar de forma diferente la vida.

Tengo que admitir que mi vida siempre estuvo completa. Y que ahora que he sanado del pasado y con Donald como compañero, amo que esté aquí compartiendo esta mejor versión de mí, de ambos.

He dejado a un lado también aquello de ser la superheroína del mundo. Dejo que el resto resuelva sus pedos y me dedico más a la parte de recibir amor. El universo amerita nivelarse. 

Esta es la parte verdaderamente importante. Entendí, al fin, que no tengo que ser todo para todos. Que está bien dejarse llevar de la mano a veces, que es bello que te amen sin esperar nada a cambio.

Donald ha despertado mi energía femenina y es hermoso sentirme cuidada por un hombre de verdad. 

:) Casarse es un error hermoso si es con el correcto.




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