La triste



36 años tenía sin conocerte de cerca. Siempre me hablaron de ti. Y sinceramente no entendía cómo, con lo incomoda que eres, alguien podía soportarte cerca. O afirmar con creces que no sabía cómo alejarte. Yo, dueña de mí, ferviente defensora de la independencia y el amor propio, he tenido la desdicha de recibirte como huésped de forma inesperada. Y no sé cómo salir de esta.


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