Quería hacer cositas pero estaba muerta



Terminaba el día. Le habían dado la noticia en la tarde pero casi no paró bola. Después de todo, hace diez años que no veía a su primera novia. Escéptico, dedicó unos minutos a repetir en su mente la novedad, ya en casa. La recordó joven, guapa... Se negó a sí mismo el hecho y se acostó a lado de su mujer, aparentemente tranquilo, aparentemente indiferente.

No fue un sueño. Él sabe que no. Cómo habría de serlo, si clarito sintió cómo se le acostaba encima. Quería gritar pero no podía. Sintió pechos de hembra ardiente sobre su estómago, pero lejos de excitarse lo que tuvo es miedo. Era ella. La mujer que se mató ese día y que él recordaba como su primer amor.

Lo sabe por el susurro macabro que lo abrazó en ese instante: Soy Margarita; oyó como un golpe antes de abrir los ojos. Alterado, y con el corazón rompiéndole el pecho a golpes, este taxista cuarentón se levantó de la cama. "¿Qué hizo después?", sapeé. "Padre nuestro y hasta mañana, niña. Ni al baño me quise levantar. Con ella nunca tuve sexo, debe ser por eso que me visitó".




Si te gustó esto, tal vez quieras leer:

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La verdadera historia de Danilo Palomino, el nuevo Guinness de Ecuador

Valeverguismo. Tendencia pegajosa

De mango y almendras a plomo y sangre: la transformación de mi patria