La vieja no puta



Y entonces la vieja me dijo: "Yo, mamita, para andar con hombres casados mejor estoy sola". Tenía tatuadas las cejas y una voz rasposa que daba fe de su vida bielera. Vestía blusa de tiras, licra negra de algodón y un viejo bolso de mano en el que guardaba maquillaje barato. 

La conversación tomó color cuando después de su afirmación moralista se excusó: "pero con él la historia es diferente, yo lo amo, mija linda".

Preocupada por las venganzas de la soledad, acudió a una guía telefónica en busca de su amor de infancia. Una investigación básica la llevó con el número convencional, que no dudó en marcar con sus manos retorcidas por la artritis y adornadas con un esmalte rojo chillón en el área de las uñas. 

Llamó una, dos, tres veces... nada. A la quinta le contestó una mujer. "Era la mamá de él, yo pensé que ya se había muerto", me contó sacudiendo la mano derecha, como los niños cuando saben que hicieron una travesura.

Consiguió su número móvil, pero sembró en la celosa madre la duda de que algo no estaba bien con esa llamada misteriosa. 

Lo citó, lo besó, le hizo el amor el mismo día del encuentro. Ignoró su panza, acrecentada con el paso de los años, e hizo invisible en su conciencia el anillo de matrimonio que adornaba el dedo anular de su amante. Se entregó en cuerpo y alma, como lo había hecho -con él mismo- a los 15, en un zaguán.

Un año ha pasado desde aquel encuentro. Hace un mes, al trabajo de esta lujuriosa enamorada que pasa de los cincuenta llegó la esposa del mencionado Don Juan. "¡Eres una puta!", le gritó en medio de la calle, sorprendiéndola. La suegra la había advertido. Ella lo negó todo, así se hace en estos casos, asegura con un vaso de cerveza que llena y vacía a lo largo de la anécdota. 

El día de la puteada, miró a la esposa por encima del hombro y siguió en sus cosas.
No podía hacer más. No si sabía en su corazón que estaba dispuesta a soportar esos insultos horrendos con tal de tenerlo a su lado, como hasta ahora. "Yo no soy puta, mijita, yo no cobro, yo solo amo".

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*Recuerda que compartir no te quita más de dos minutos. Ahora sí, la yapa infalible.




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