El cantante de la desgracia

Se va a llenar. Escuché en la radio cómo lo promocionan con tanta efusividad y sé que esa gente hará posible esa apocalíptica realidad. 

Dejarán en casa a los niños que tuvieron cuando eran estudiantes de un colegio que nunca terminaron, aplazarán ese día cualquier negocio ilícito o actividad delictiva. 

De hecho, todo lo que deban hacer, lo harán antes del día en que llegue su dios. 

Deben para entonces haber reunido el dinero para la entrada, para una recarga de a dólar en el celular y para la cerveza, que de seguro estará más cara en el lugar de la cita. 

Habrá euforia, llantos, llamadas al amante y gritos de mujeres y homosexuales promiscuos que estarán tan cerca, que los hombres verán cómo se moja la entrepierna de cada uno.

Algunos llevarán hache en el bolsillo, para sentirse en onda cuando al fin lo vean en escena. Otros, probablemente, armas, para trabajar después del show. 

Su concierto se va a llenar. Y él, el esperado, corroborará ese 27 de noviembre lo que todos sabemos, que es amado por la masa, por el pueblo 30S, por la vieja lujuriosa y la ñengosa caretuco.

Romeo Santos viene a nutrir su ego de nuestra desgracia. En esas andamos, Ecuador.