Basta de líneas



No quiero verte. 
Llevo las palmas de las manos a los ojos, 
giro,
doy vuelta a la página. 

Allí te quedas tú, 
entre los puntos suspensivos de una oración inconclusa. 
Eres pausa eterna. Estado de coma.

No sé cómo redactarte las angustias sentidas. 
Estoy llena de argumentos para que logres el punto final en medio de tantas líneas...
Pero vos no me oyes.

Me ven como párrafo incongruente de necedad, de hastío.
Yo misma me he pensado maldita por esta impotencia malsana disfrazada de quemimportismo.

Te amo y me odio, 
pero más odio a ese que te robó la vida, 
que eres tú mismo,
o lo que de ti queda, 
más bien.

Ahí voy de nuevo. 
La empatía no se me da.
Solo la pena.






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