El yerno favorito



Cuando Carlos entró, vio a todos elegantes y felices. Respira, se dijo. Es la boda de tu ex. Ella te invitó. Estás aquí por la amistad que creció entre ustedes y porque te rogó que vengas.

Los asistentes empezaron a reconocerlo. Las miradas lo abrazaban. Eran ojos  llenos de sorpresa, de susto, abiertos de la incredulidad. ¿Fue buena idea venir?

Ella lo vio y corrió hacia donde estaba. “Gracias por venir”. Su voz estaba tan clara y vibrante como el primer día. Correspondió el abrazo y se dejó guiar a la mesa que le había asignado.

Un veterano alzó la voz al verlo. Borracho hasta turbar su pronunciación. “¡Pero si es Carlos… Mijo lindo, tú fuiste mi yerno favorito. Yo quería que mi princesa se case contigo!”. El recién llegado agachó la cabeza.

Todos soltaron una carcajada estruendosa. Todos menos el novio, la novia y el ex. Nadie le pidió que se vaya y tampoco nadie lo detuvo. Carlos no tuvo fiesta ese día, pero hoy sabe que fue el yerno favorito.

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