Decepción



Contacto visual. Media sonrisa pintó el rostro de ambos. Hicieron click.
-¿Le puedo ayudar?, indagó ella.
-Bésame, pensó él.
Como adivinando sus más bajos instintos, lo siguió con la mirada por todo el local. Le sugirió algunos productos, que él examinaba atento sin despegarle el ojo de encima.
Él vitrineó. Ese coqueteo incesante le entumecía los sentidos. La cohibía, la sonrojaba...
Era tan guapo.
Tan elegante.
No entran clientes así al local muy a menudo. Y menos a este, donde se venden artículos para fiestas infantiles.
Lo imaginó diciéndole: “¿Tienes planes para hoy?”.
Le respondería que no, que está harta de llegar a alimentar a su gato a diario, que nadie la toca desde hace meses, que la posea, por favor...
Sonrió a sus aventuras mentales. Todo era verdad, excepto que sería capaz de contestar tal cosa a una propuesta así. Cobarde.
En esas estaba cuando vio que por la espalda del príncipe azul que acaba de inventar apareció una exuberante mujer con escote y perfume caro.
-Aquí estabas, le dijo la recién llegada, y estampó un beso en los labios que sonó hasta el infierno.
Salieron sin mirar atrás.

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