Cuatro




No recuerdo casi nada de la noche en que morí un poco.
Solo a él. 
Su cuerpo. Su sonrisa. Su voz. 
La escopolamina me robó el pudor cuando quienes me la pusieron se habían llevado todo lo material. Todo menos a él, que amaneció a mi lado, al día siguiente, igual de drogado que yo.
No recuerdo nada, excepto a él, que pasó de lo efímero a lo eterno. 
Lo conocí ese mismo día, ¿saben?
Era solo alguien más. Pero no. La droga. Él. Nosotros. El hotel. El susto. 
Y luego el tiempo. 
La magia. 
La conexión. 
La telepatía. 
Las almas. 
La distancia. 
El reencuentro. 
Las migajas de la memoria. 
Las miradas. 
Los besos. 
Las canciones.
Los besos. 
Los besos. 
Los besos. 
Nosotros. 
La luz de un farol.
Una ventana. 
Una calle. 
Él. 
Yo.
Drexler. 
... 
Drexler y una noche de asilo. 
Morimos un poco ese día, para saber qué era vivir. 
Son cuatro años. 










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