Otro cachudo al volante
La cara que ella puso al verlo fue de horror. Acababa de besar a su amante en media calle cuando escuchó que él le pitó desde al frente. Había salido de la casa diciéndole que iba a comprar unos zapatos. Él no se bajó del carro, como ella suponía que lo haría. Solo la miró, alzó su dedo índice señalando al norte y le gritó: En la casa hablamos.
Cuando ella llegó, después de una hora, él ya tenía hecha su maleta. La esperaba sentado en la sala de la casa que compartían desde hace 20 años. Lo acompañaban los tres hijos. Los de ella, porque cuando la conoció vino "en combo". De hecho, los varones llevan su apellido, uno de ellos tiene síndrome de Down.
"Cuando una mujer pone los cachos, lo hace por dos motivos: por necesidad material o porque simplemente dejo de amar. Pocas son las mujeres que engañan solo porque les gusta el sexo". Lo escucho dolido todavía, aunque me cuenta que eso ya pasó hace un año y medio.
Les contó a los niños, que no son tan niños porque todos pasan ya de 18, que su mamá tenía un enamorado y que él sobraba.
Les contó a los niños, que no son tan niños porque todos pasan ya de 18, que su mamá tenía un enamorado y que él sobraba.
Es militar retirado, por lo que admite que de los ingresos no se queja. Le dio todo. Le puso un televisor de 60 pulgadas al niño especial en el dormitorio, le pagó la escuela de fútbol al otro y a la niña le regaló un curso de azafata que le costó cinco mil dólares. Todos lo llamaban papá.
Jura que nunca le fue infiel, que nunca le gritó, que incluso la ayudaba en los quehaceres de la casa. Al verse encerrado en sus virtudes, suelta convencido: "Las mujeres son mal llevadas".
Tiene un cigarrillo en la mano que da a la ventana, el segundo que prende en lo que va del viaje. Con la otra mano sostiene el volante. No me mira. Habla para el parabrisas, como mirándose al espejo.
Se calla por unos minutos que me rehúso a interrumpir, por prudencia. Acabo de escuchar que no se llevó nada, que está empezando de cero en un departamento que alquila solo y que de vez en cuando se vacila a una cliente en el taxi.
No me dice hasta luego cuando llegamos al destino, prefiere un último desahogo:
"Descubrirse cachudo es lo peor que le puede pasar a alguien. Uno se siente como muerto".
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Excelente historia!
ResponderEliminarEs que si no te pega y te maltrata "no tiene chiste".
ResponderEliminarDicen que para un engaño se necesita dos, pero definitivamente el que pega primero pega dos veces!. La estimada Sra. debe estar extrañando lo que perdio, ya no hay hombres que tomen combo completo.
Ayy Martina Martina, carta falsa, farisea, KVB...
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